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Articles by Philip Yancey

Bajo el control divino

Todo padre sabe cuál es la diferencia entre las normas diseñadas primordialmente para beneficio de los padres y las dirigidas para favorecer a los hijos. Las reglas de Dios corresponden a esta última categoría. Como Creador de la raza humana, Él sabe cómo funcionará mejor la sociedad en este mundo.

Paciencia para ser paciente

Los niños quieren las cosas ya: «¡Pero yo quiero el postre ya!», «¿ya llegamos?», «¿ya podemos abrir los regalos?». Por el contrario, a medida que crecemos, aprendemos a esperar. Los futuros médicos esperan durante su capacitación; los padres aguardan esperanzados que el hijo perdido regrese; nosotros esperamos cosas que valgan la pena hacerlo, y, en el proceso, aprendemos a ser pacientes.

¿Gracia abusadora?

En Romanos 5:20, Pablo dijo: «cuando el pecado abundó, sobreabundó la gracia». Pero este concepto radical abre una compuerta teológica. Judas, el escritor bíblico, advierte que es posible convertir «en libertinaje la gracia de nuestro Dios» (Judas 4). ¿Para qué ser bueno si sabes que serás perdonado? Ni siquiera cuando se enfatiza el tema del arrepentimiento se elimina por completo este peligro.

Problemas de dinero

De las palabras de Jesús registradas en la Biblia, Él habla más sobre el dinero que de cualquier otro tema. Lucas 12 ofrece un buen resumen de Su perspectiva: no condena tener bienes, pero sí advierte sobre el peligro de confiar en el dinero para asegurarnos el futuro, porque es incapaz de resolver los problemas más importantes de la vida.

¿Quién es el público?

Yo solía pensar que el culto en la iglesia era un tiempo de esparcimiento. Hablando de gente como yo, Sören Kierkegaarg decía que somos proclives a considerar la iglesia como una especie de teatro: Nos sentamos en el auditorio y observamos con atención a los actores en el escenario. Si nos entretienen bastante, mostramos nuestra gratitud con un aplauso. Sin embargo, la iglesia debería ser lo opuesto a un teatro: Dios es el público que recibe nuestra adoración.

Fe por contrato

A veces, las personas que sirven a Dios viven con una implícita «fe por contrato». Como dan tiempo y energía a la obra del Señor, piensan que merecen ser retribuidos con un trato especial.

Universos paralelos

De vez en cuando, descubro que estoy pensando en el sorprendente esquema de la fe. Por ejemplo, parado en un aeropuerto, observo personas de aspecto importante, vestidas con trajes de negocio y con portafolios a su costado, que se detienen en una cafetería antes de salir apurados hacia otra explanada. ¿Hay alguno que piense en Dios?, me pregunto.

Escuela de avanzada

Tendemos a dividir la vida en categorías: llenamos nuestros días de ocupaciones tales como el trabajo, los recados, las tareas del hogar, el cuidado de los niños; y después, tratamos de forjarnos tiempo para actividades «espirituales» como la iglesia, los grupos pequeños, las devociones personales.

Declaración de dependencia

Los adultos festejan cuando los niños aprenden a hacer algo por sí solos: vestirse, cepillarse los dientes, atarse los cordones de los zapatos, andar en bicicleta, ir caminando a la escuela.

¿Por qué sufrir?

Jesús enseñó que el mundo, visto desde la perspectiva de Dios, se inclina a favor de los oprimidos. Esta enseñanza aparece en el Sermón del Monte y en otras declaraciones del Señor: los primeros serán postreros (Mateo19:30; Marcos 10:31; Lucas 13:30), y el que se humilla será enaltecido (Lucas 14:11: 18:14). Pero ¿por qué escogería Dios a los oprimidos para brindarles una atención especial?